Prueba Audi Q2, para aventureros del asfalto

Fue en el Salón de Ginebra 2016 cuando Audi develó al Q2, el producto que se encargaría de abrir la oferta en la categoría SUV/Crossovers. Por estar cimentado sobre la plataforma del A3 sus dimensiones son acotadas, para un ejemplar premium claro está, pero lo más interesante es que con el Q2 la firma de Ingolstadt abrió una puerta de acceso a la familia de productos “Q”, en la que también residen los modelos Q3, Q5 y Q7.

Está claro que se trata de un planteamiento especial, por diseño y tipología, características que por supuesto lo convierten en un automóvil alejado de lo trivial. Es una mezcla de varios formatos, aunque sin embargo está tipificado como un crossover, y entre sus rivales más directos podemos identificar al Countryman de MINI, Range Rover Evoque de Land Rover y Mokka de Opel, siendo este último el que menos daño le hace en términos comerciales.

Dos versiones se cuentan en el mercado nacional, un Q2 a secas y otro distinguido con el apellido Sport. Los precios son $19.990.000 para el primer nivel y $23.990.000 para el segundo; tal como lo anunciamos en la presentación de este producto, las proyecciones de ventas señalan 150 unidades por año.

Identidad de marca

El Q2 ha tenido una excelente recepción en el mercado automotor chileno. Claro que el stock limitado, que depende directamente de la casa matriz en Alemania, le ha impedido colocar más unidades en las calles de nuestro país; es una realidad con la que varias marcas deben lidiar a diario.

La plataforma modular del hatchback A3 se prestó de buen modo para recibir a una deportiva carrocería tipo crossover, formato que en estricto rigor no estaba dentro del line up de la marca; al menos no en este tamaño. El Q2 mide 4.191 mm de largo (108 mm menos que el Countryman), 1.794 mm de ancho, 1.508 mm de alto y 2.601 mm de distancia entre ejes.

Dejando de lado el deslumbrante color amarillo de nuestra unidad de prueba, que es la versión Sport, se nota que se trata de una carrocería simétrica y funcional, que son dos de los más conocidos valores de los productos ofrecidos por este fabricante. El primer volumen no esconde su ADN, y es que la mascarilla es tan fácil de reconocer, que en medio del tránsito es prácticamente imposible no darse cuenta que es un Audi; aunque sólo los más expertos sabrán si es un Q2, un Q3 o un Q5.

Esta variante Sport cuenta con ornamentaciones en las cuencas de los neblineros, con un pilar C pintado con negro mate, una aplicación de resina en el zócalo trasero, techo panorámico, y llantas específicas de 18 pulgadas.

Mucho del A3

El habitáculo muestra un estilo juvenil y deportivo, como es natural con muchos detalles que nos recuerdan al A3. La oferta de espacio es adecuada para cinco viajeros de complexión caucásica, es decir con una estatura promedio de 1,80 metros, algo que por supuesto es una excelente noticia para el usuario chileno, cuyo rango de altura está por debajo del citado guarismo. No obstante el Q2 incurre en el mismo error de sus rivales, que es reducir el espacio libre en el sector de la banca trasera con un exagerado túnel en el piso y una marcada elevación en la plaza central de la banqueta; si a esto le sumamos que el techo decae al momento de unirse con el pilar C, lo que tendremos es una receta perfecta para desaprovechar centímetros.

Las butacas frontales son perfectas, para la conducción deportiva y también para los viajes de larga duración. El puesto de manejo es fácil de entender y gobernar, con un volante de diámetro correcto y unos instrumentos que pueden leerse de reojo, sin necesidad de distraerse mucho tiempo para consultarlos.

En esta versión se incluye la iluminación de tablero con tecnología LED, que permite variar el color del bisel central mediante un mando electrónico al que se accede desde la pantalla táctil (12,3”). El compartimiento de carga está formulado para recibir 405 litros como mínimo, pero lo bueno es que el respaldo trasero se abate asimétricamente con lo que se obtienen hasta 1.050 litros.

Alma deportiva

Sólo hay un motor disponible, punto débil de la gama que al menos en el corto plazo no variará. En Europa se considera un par de bloques turbodiésel de 2,0 litros, uno de ellos capaz de erogar 190 CV; sería una opción muy interesante para nuestro mercado.

Pero volviendo a la realidad nacional, el Q2 sólo puede estar equipado con el no menos eficiente motor gasolinero TFSI de 1,4 litro, capacitado para producir una potencia máxima de 150 CV a 5.000 rpm, junto a un torque de 250 Nm desde las 1.500 vueltas. La transmisión S tronic de siete velocidades acompaña al mentado bloque, un sólido recurso que en parte ayuda a olvidar la escueta oferta de motores; la tracción integral quattro no se ofrece dentro de la cartilla técnica.

Dejando de lado lo que pudo ser…pero no fue, está claro que al Q2 no le falta poder de aceleración ni mucho menos capacidad para enfrentar adelantamientos en carretera. Esos 150 caballos le bastan para ir de 0 a 100 km/h en 8,3 segundos y para alcanzar una velocidad máxima de 212 km/h; no cabe duda que para esta firma alemana la deportividad es prioritaria.

La caja S tronic es brillante. Reacciona tan velozmente como lo haría un conjunto mecánico operado por manos expertas, claro que sin las vacilaciones propias del sentido humano o el retardo típico de una transmisión automática convencional; recordemos que estamos hablando de un conjunto con doble embrague robotizado.

Una vez que aceptamos el hecho de que la plataforma es la de un hatchback y no la de un SUV, estaremos en condiciones de disfrutar del buen manejo ofrecido por este crossover germano. La suspensión muestra una notable precisión en el asfalto, sobre todo en las curvas, nobleza en la que la dirección bien calibrada juega un rol determinante. Como era de esperar en terreno sinuoso la amortiguación rígida le pasa la cuenta, por lo que les aconsejo no acelerar demasiado y mucho menos desafiar obstáculos considerables, porque la tracción delantera y los neumáticos urbanos no están preparados para esos ejercicios.